cuentos de los días sumergibles


Te veo

la maldita combustión lenta de nuestro living
donde veíamos las casas de los otros.
había una muchacha fumando en su ventana.
pensativa, no miraba hacia ninguna parte.
debe haber sido dejada, dijiste,
tal vez acaba de masturbarse
imaginando la nieve.
yo, recuerdo, deseaba ser el humo en su boca
subiendo desde el tercer piso
hacia un cielo magnético.
hicimos la cena: pastel de verduras
después una película.
los dos sentados en los extremos del sofá
seguímos contemplando en secreto las ventanas
compartiendo un cigarro que nos dividió
como las viñetas de un cómic.
por encima del aire húmedo
recuerdo un silencio de pasar las hojas.


(trad. de Et veig)

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