La cola de la golondrina
16 septiembre 2007
Swallowtail
The Brian Jonestown Massacre
resula que el tiempo pasó
-como pasan los días que no tienen mucho sentido-
disfrutando únicamente de todo aquello que te llega
brindado por una inocencia descuidada.
las cosas no deberían tener precio
piensas,
y así paseas por las calles que te encuentras
acompañado y sin ser demasiado consciente
de lo que tienes
y también de lo que no
confiado a todos los placeres que las luces
hacen destacar.
tienes que ir a trabajar, preparar la comida,
soportar millones de exigencias que no son para ti,
pero eso no importa
intentas quedar en pie al final de la jornada
como un jenízaro altivo,
sólo así consigues tu espacio
en una ciudad hecha para la urgencia
y el deterioro.
estuve en bosques, ciudades medievales,
plazas con muchachos tomando cervezas
con tigres y danzas pequeñas.
hubieron músicas, mujeres bonitas, viajes en tren.
dormí, comí, bebí, me acosté con agradables desconocidas
no escribí absolutamente nada.
pasé calor y frío y me sentí cansado
y también conseguí saltar alturas extrañas.
pasé grandes momentos leyendo El Mago
y compartiendo un trago con los amigos.
estuvieron Inés y su colosal sonrisa,
Ana, Víctor, Mario, las dos Martas,
Tona sacando speed de su sombrero de copa,
la actriz sin nombre de los ojos verdes, Noe
y las flores azules tatuadas en su ingle
David, big Menotti, Elisenda
Neus y sus manos tiernas
Gonzalo derritiéndose tímidamente de gusto
Cristina o Aime volviendo de una playa
sin piedras
los niños de casa y sus juegos encantados
y el tiempo pasó sin sentido,
pero pasó amable.
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The Brian Jonestown Massacre
resula que el tiempo pasó
-como pasan los días que no tienen mucho sentido-
disfrutando únicamente de todo aquello que te llega
brindado por una inocencia descuidada.
las cosas no deberían tener precio
piensas,
y así paseas por las calles que te encuentras
acompañado y sin ser demasiado consciente
de lo que tienes
y también de lo que no
confiado a todos los placeres que las luces
hacen destacar.
tienes que ir a trabajar, preparar la comida,
soportar millones de exigencias que no son para ti,
pero eso no importa
intentas quedar en pie al final de la jornada
como un jenízaro altivo,
sólo así consigues tu espacio
en una ciudad hecha para la urgencia
y el deterioro.
estuve en bosques, ciudades medievales,
plazas con muchachos tomando cervezas
con tigres y danzas pequeñas.
hubieron músicas, mujeres bonitas, viajes en tren.
dormí, comí, bebí, me acosté con agradables desconocidas
no escribí absolutamente nada.
pasé calor y frío y me sentí cansado
y también conseguí saltar alturas extrañas.
pasé grandes momentos leyendo El Mago
y compartiendo un trago con los amigos.
estuvieron Inés y su colosal sonrisa,
Ana, Víctor, Mario, las dos Martas,
Tona sacando speed de su sombrero de copa,
la actriz sin nombre de los ojos verdes, Noe
y las flores azules tatuadas en su ingle
David, big Menotti, Elisenda
Neus y sus manos tiernas
Gonzalo derritiéndose tímidamente de gusto
Cristina o Aime volviendo de una playa
sin piedras
los niños de casa y sus juegos encantados
y el tiempo pasó sin sentido,
pero pasó amable.