cuentos de los días sumergibles


te marchas de un lugar en el que no te apetece seguir
un lugar donde la mayoría de las personas están pasando un buen momento
ellos ríen, agitan sus vasos de cerveza, conversan rápidamente
es una situación que no te importa, incluso está bien, es linda, pero tu estás funcionando a una velocidad que ellos ignoran
encubres ideas que no quisieras pronunciar en voz alta
palabras que no debería usar nadie
así que estás en un bar con todas esas personas aunque también estás en una geografía equivalente donde las distancias entre los cuerpos se han multiplicado
apuras tu vaso en una ciudad paralela sin nombre
un lugar en el que las voces que surgen a treinta centímetros de tus orejas te llegan encogidas, pobres, practicamente imperceptibles
observas a todo el mundo como un gnomo detrás del árbol
de tanto en tanto te encuentras con la mirada de alguien pero sólo hay una que ocupe todos tus cálculos imprecisos
la mirada de la persona a la que se ofrece toda esa ceremonia vibrante
la conmemoración de ese momento que es la despedida de la chica que se va lejos
y yo estoy sintiéndome triste porque ella se marcha de la ciudad y a mí no se me va el amor
que es una varicela perpetua
aunque haya pasado tanto tiempo y tantos países
así que te marchas de ese lugar donde se está celebrando el monumento funerario
de tu nostalgia
y le das el mejor de tus abrazos
hueles su pelo y no la miras al salir; ella te descubriría aunque tal vez ya lo hubiera hecho
sólo que nunca le ha dado importancia
tampoco te despides de nadie más
o si lo haces no te das cuenta de que lo estás haciendo
y tomas la calle como tu rescate
te encuentras con unas amigas y bebes algo con ellas
las acompañas a otro lugar y sigues bebiendo
ofreces alguna sonrisa delgada, desdeñas la rosa, fumas medio paquete de cigarrillos, aceptas un poco de coca y pronto termina el juego en ese lugar oscuro de flashes rápidos
entonces buscas encarecidamente un cierto reposo
todavía es de noche
bajas las escaleras de la estación de trenes sin mucha convicción
no eres un viajero sino un destino recién tropezado
intentas no mirarte en el reflejo de los cristales y subes al tren
cinco minutos antes de alcanzar tu parada te quedas dormido
cuando abres los ojos estás en otra provincia así que decides cambiar de dirección en la siguiente estación pero te equivocas de línea
el tren se detiene en una población que no conoces; has ganado aproximadamente dos horas de distancia del lugar al que ibas
vuelves a cambiar de tren en la siguiente estación pero como en la otra ocasión, el sueño te vence inexorablemente justo antes de alcanzar tu parada
ahora estás en otra comarca
aún esperarás media hora hasta que el tren se detiene, cambias de línea y esperas al siguiente que te lleve de vuelta
esta vez te subes a lo alto de un muro y te sientas con el sol de frente
es una hermosa mañana
entonces escribes a la chica un mensaje con tus deseos
ojalá mi amor te proteja
bien, has dejado claro que tu corazón es el guarda de una pastelería
un par de horas después consigues llegar a casa
son las doce y te tiras sobre la cama
no duermes mucho y por la tarde haces unos trabajos en la habitación
das un paseo, escuchas música
en la calle tropiezas con un crío que te hace sonreír
y de vuelta a tu casa llegas al día siguiente
son las siete de la mañana y viajas en tren hacia el lugar donde trabajas
entonces la chica te telefonea
está en el aeropuerto
sólo quiere saber si estás bien, quiere escucharte, quiere decirte adiós
y tú le sonríes:
buen viaje, un beso, hasta luego
no importa que el amor no se te marche, piensas
anhelas su paz como la tuya propia
quieres que la chica esté bien
esté donde esté
pues en eso consiste todo
entonces llegas al café
fumas un cigarrillo antes de entrar a la oficina
y miras a través de los cristales cómo todo
te devuelve la sonrisa

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