cuentos de los días sumergibles


Papel y memorándum

He trepado por las piedras de una frontera escarpada y me he dejado la piel
tierras donde los mosquitos merodeaban tus pies y el frío sonaba a magia
el frío de júlio
donde los robles son habitados por tarántulas y gnomos que juegan con la gravedad
niños en las noches de las brujas
y vi grietas que filtraban la pasión de los ciervos en los arrecifes verdes
agentes de aduanas y porros en una cuneta a la luz de la luna
y sonaron las canciones de Brassens en los bosques níveos
a un lado de la autopista, con los chicos que estudiaban la manera de robar a los supermercados franceses, buenos chicos,
pájaros en el entresuelo del cielo

He dado los buenos días en panaderías que olían al principio del oro
y vi tantas sonrisas que pensé que el amor podría saber dulce
y untarse con mantequilla
y vivir lejos de la ciudad como cenobitas perdonados por la música
y Carson McCullers apareció delante de nosotros vestida con un camisón muy fino
y pedía una limonada y tú te negaste a dársela

Recuerdo haberme reído mucho con eso

He compartido cerveza con amigos en calles que conocieron nuestra inmortalidad
abrazos que podrían haber tapado la boca del fuego
pinturas en camisetas desgastadas, pasadas por la lavandería de un infierno de oficios tediosos
y he concurrido la claridad, el deshielo, la modestia
una lascivia inoportuna en una casa desconocida
la fraternidad, la desorientación
el fracaso de los coleccionistas de mariposas

También he sido un alpinista en los atascos

Me he bañado desnudo en las playas de España bajo un sol agresivo
y me he quemado el trasero
y he creído que podría morir arrastrado por la furia de la mar
como una esposa ofendida
y las sirenas me echaron del reino de los muertos y de los expatriados
y he dormido sobre la arena del estrecho
junto a las manos de bailarinas y poetas jóvenes, hermosas y jóvenes,
y he dado las gracias por cada minuto que donaron sus caras de luz blanca
y he temido cortarles con mis pestañas heladas

He franqueado los controles de la policía y he comido frutos secos
aguacates, tapas con berenjena
risottos ideados por arquitectos cómicos en mesas de madera
y he estado en los jardines de los patios secretos de una ciudad teñida
y en las fuentes los peces se habían escondido
y he buscado su rastro como un loco, hablando en silencio

Me he comido las uvas que recogieron para el vino
he sentido el agua arrastrándome las piernas
he dibujado viajes al interior de una costa rizada
y la silueta de un cuerpo desnudo bañado de barro me dijo que mirara el cielo
y aún no le he quitado la vista

diecisiete de júlio
todavía quiero marcharme

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