Cinemática
26 febrero 2008
la mujer salomónica no me pareció tan hermosa desde el principio
había en su mirada un celofán que lo rodeaba todo
quiero decir en la medida en que no se puede estar seguro de nada
las almendras de Persia podían ser también espejismos de un color pardo
simplemente no me dejé entusiasmar demasiado
entonces nos hicimos amigos
conversaciones infinitas cruzando las líneas del día
silencio, música detrás de cortinas, desayunos
nos enamoramos sin darnos demasiada cuenta de ello
al menos yo no le dí importancia hasta ver su cuerpo desnudo por la mañana
y estaba bien y pensé que ella parecía estar realmente bien
y que aquello iba en marcha casi sin quererlo
así que después del desayundo vinieron todas las demás comidas del día
y actos inéditos, preciosos, volcánicos, que nos igualaban al mismísimo paraíso
instantes que vulgarmente llamaremos fotografías
sin embargo la velocidad supone el mismo riesgo sobre todos los terrenos
el equilibrio se descompone al primer paso en falso
evidencias cayendo como fichas de dominó sobre un tablero improvisado
cuanto más cristalina era la fotografía más persistente era el mal sabor
que se nos quedaba en la memoria
precipicios, sábanas de plástico negro, cajas cerradas herméticamente
voces que parecen girar en el interior de una lata
era la experiencia del fracaso de la poesía
aquel invierno en la ciudad de los olivos
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había en su mirada un celofán que lo rodeaba todo
quiero decir en la medida en que no se puede estar seguro de nada
las almendras de Persia podían ser también espejismos de un color pardo
simplemente no me dejé entusiasmar demasiado
entonces nos hicimos amigos
conversaciones infinitas cruzando las líneas del día
silencio, música detrás de cortinas, desayunos
nos enamoramos sin darnos demasiada cuenta de ello
al menos yo no le dí importancia hasta ver su cuerpo desnudo por la mañana
y estaba bien y pensé que ella parecía estar realmente bien
y que aquello iba en marcha casi sin quererlo
así que después del desayundo vinieron todas las demás comidas del día
y actos inéditos, preciosos, volcánicos, que nos igualaban al mismísimo paraíso
instantes que vulgarmente llamaremos fotografías
sin embargo la velocidad supone el mismo riesgo sobre todos los terrenos
el equilibrio se descompone al primer paso en falso
evidencias cayendo como fichas de dominó sobre un tablero improvisado
cuanto más cristalina era la fotografía más persistente era el mal sabor
que se nos quedaba en la memoria
precipicios, sábanas de plástico negro, cajas cerradas herméticamente
voces que parecen girar en el interior de una lata
era la experiencia del fracaso de la poesía
aquel invierno en la ciudad de los olivos
Fabrizie
25 febrero 2008
llevaba un vestido largo de tirantes
estuvimos en los muelles y no se quitó las gafas de sol
excepto para beber vino después en una terraza junto al mercado arqueológico
la tarde le caía por los hombros
un atardecer sofisticado cayendo por un cuerpo sofisticado
me enseñó sus largas piernas y caminamos despacio por la ciudad de las palmeras
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estuvimos en los muelles y no se quitó las gafas de sol
excepto para beber vino después en una terraza junto al mercado arqueológico
la tarde le caía por los hombros
un atardecer sofisticado cayendo por un cuerpo sofisticado
me enseñó sus largas piernas y caminamos despacio por la ciudad de las palmeras
una llamada telefónica a la una de la madrugada:
el cielo sobre Alejandría fin de la transmisión
la sombra de Cornelius Clarke resbala entonces por la puerta
el muchacho apaga el televisor y sale bajo el presentimiento de no llegar a tiempo
la vieja maquillada sirve un té, la esquina es oscura
quizás el futuro no llegue nunca, muchacho, quizás sólo estés sentado
fuera de la aguja del tiempo
pero el fraude Clarke, la visión de novelistas tísicos arrendando el sabor de la fruta, la inclinación a la tormenta
el personaje experimenta así la sensación de que todo acaba demasiado pronto
cuando se despierta, una suerte de anemia que precede al día
el intervalo que existe entre abrir los ojos y reconocer lo que observa
recuerda que la prostituta dijo: todo se acaba muy pronto
cuando preparaba café y y él la miraba desde la cama
conocedor amnésico de su volubilidad. cambio de escena
el muchacho toma el primer tren a la ciudad; sabe que a él también le vigilan
allí la mañana es el asfalto húmedo de aceras secretas
desfiles baratos de sueños baratos buscando a la prostituta
se dice: ella no debería estar muerta y sigue caminando
las farolas le recuerdan a incendios de parques infantiles
sólo por lanzar el dado en su ajedrez serías capaz de decirles cualquier cosa, muchacho, no importa lo listo que seas
una muerte en el hotel de la fortuna no es suficiente para detenerle
ahogaría a su ejército por encontrarla primero
al final de la escena el muchacho entra en un bar, pide un whiskey
una risa estalla en una de las esquinas de la pantalla
en el posavasos lee la palabra Clave
el ruido de unos tacones se pierde en la oscuridad
soy la mascota de Clarke sin sentido de la orientación
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el cielo sobre Alejandría fin de la transmisión
la sombra de Cornelius Clarke resbala entonces por la puerta
el muchacho apaga el televisor y sale bajo el presentimiento de no llegar a tiempo
la vieja maquillada sirve un té, la esquina es oscura
quizás el futuro no llegue nunca, muchacho, quizás sólo estés sentado
fuera de la aguja del tiempo
pero el fraude Clarke, la visión de novelistas tísicos arrendando el sabor de la fruta, la inclinación a la tormenta
el personaje experimenta así la sensación de que todo acaba demasiado pronto
cuando se despierta, una suerte de anemia que precede al día
el intervalo que existe entre abrir los ojos y reconocer lo que observa
recuerda que la prostituta dijo: todo se acaba muy pronto
cuando preparaba café y y él la miraba desde la cama
conocedor amnésico de su volubilidad. cambio de escena
el muchacho toma el primer tren a la ciudad; sabe que a él también le vigilan
allí la mañana es el asfalto húmedo de aceras secretas
desfiles baratos de sueños baratos buscando a la prostituta
se dice: ella no debería estar muerta y sigue caminando
las farolas le recuerdan a incendios de parques infantiles
sólo por lanzar el dado en su ajedrez serías capaz de decirles cualquier cosa, muchacho, no importa lo listo que seas
una muerte en el hotel de la fortuna no es suficiente para detenerle
ahogaría a su ejército por encontrarla primero
al final de la escena el muchacho entra en un bar, pide un whiskey
una risa estalla en una de las esquinas de la pantalla
en el posavasos lee la palabra Clave
el ruido de unos tacones se pierde en la oscuridad
soy la mascota de Clarke sin sentido de la orientación
II
21 febrero 2008
después del sueño la vida tiene un cierto perfume a vértigo
así el personaje sale de la cama, confuso y precipitado
el fluorescente del baño tarda tres o cuatro golpes antes de encenderse
y se mira en el espejo
plano del muchacho
mirada de poste telegráfico, labios marcados, gesto de ruina
la voz dice: ya has vuelto del supermercado nocturno de la estación
se pasa los dedos bajo los ojos, hay un extraño color violeta
en la habitación la voz dice he recorrido el vacío brillante del Jordán
el personaje se agacha para alcanzar un par de zapatos y abre la puerta
la siguiente imágen descubre un parque, siluetas de hombres y mujeres persiguiéndose desnudos alrededor de una biblioteca
el personaje camina sobre la broza, enciende un pitillo y piensa en Australia
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así el personaje sale de la cama, confuso y precipitado
el fluorescente del baño tarda tres o cuatro golpes antes de encenderse
y se mira en el espejo
plano del muchacho
mirada de poste telegráfico, labios marcados, gesto de ruina
la voz dice: ya has vuelto del supermercado nocturno de la estación
se pasa los dedos bajo los ojos, hay un extraño color violeta
en la habitación la voz dice he recorrido el vacío brillante del Jordán
el personaje se agacha para alcanzar un par de zapatos y abre la puerta
la siguiente imágen descubre un parque, siluetas de hombres y mujeres persiguiéndose desnudos alrededor de una biblioteca
el personaje camina sobre la broza, enciende un pitillo y piensa en Australia
el sol que ahora baña las calles es un ventilador
miro a las personas entrando y saliendo y me pregunto por qué lo hacen
los jubilados, las señoras de bronce líquido que rodean el mercado
las vendedoras de las fruterías con las flores de sus delantales, algún camión
estudiantes con el pelo mojado a las doce del mediodía
todos esos carteles anunciando exposiciones y denuncias y encuentros exquisitos con la auténtica realidad del planeta
me llenan de aburrimiento
toda esta ciudad es para tí, Alejandría y las últimas gotas de la lluvia
pero no hay nada eléctrico en ello
sólo es un museo de pasatiempos
la sala de espera en el hospital de los náufragos húngaros
así que prefiero volver a casa, retorcerme sobre la cama, cocinar algo
aunque luego abra la nevera y encuentre una morgue
latas vacías, comida pudriéndose de olvido
pienso que estos días no quieren tocar casi nada
que llevo mucho tiempo sin llorar y que no estaría mal hacerlo
que no te quiero cerca y no contesto a la cartas
ni pienso en leer e intento hablar lo menos posible
es esta manta en blanco
los bares con toda esa mezcla de instintos desatados y de barreras
sé que tengo frío y sueño y que nada de esto es fatal
sencillamente prefiero otra cosa
un vaso haciendo equilibrios sobre la esquina
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miro a las personas entrando y saliendo y me pregunto por qué lo hacen
los jubilados, las señoras de bronce líquido que rodean el mercado
las vendedoras de las fruterías con las flores de sus delantales, algún camión
estudiantes con el pelo mojado a las doce del mediodía
todos esos carteles anunciando exposiciones y denuncias y encuentros exquisitos con la auténtica realidad del planeta
me llenan de aburrimiento
toda esta ciudad es para tí, Alejandría y las últimas gotas de la lluvia
pero no hay nada eléctrico en ello
sólo es un museo de pasatiempos
la sala de espera en el hospital de los náufragos húngaros
así que prefiero volver a casa, retorcerme sobre la cama, cocinar algo
aunque luego abra la nevera y encuentre una morgue
latas vacías, comida pudriéndose de olvido
pienso que estos días no quieren tocar casi nada
que llevo mucho tiempo sin llorar y que no estaría mal hacerlo
que no te quiero cerca y no contesto a la cartas
ni pienso en leer e intento hablar lo menos posible
es esta manta en blanco
los bares con toda esa mezcla de instintos desatados y de barreras
sé que tengo frío y sueño y que nada de esto es fatal
sencillamente prefiero otra cosa
un vaso haciendo equilibrios sobre la esquina
Pau Claris Club
19 febrero 2008
el invierno en Barcelona como el invierno en Manhattan, Lisboa, Buenos Aires
están las hojas sobre la acera, la llovizna, las sirenas por toda la calle
puede que falten los cielos y que estés en otra casa
que lleves otra ropa
puede que la mujer que te despide en la cama sea otra
y que tú sigas ignorando adónde marchas
ves a la vieja que habla de tus ojos limpios, la rama que partes
al bajar la escalera
en otro lugar el chico de las botas apura su copa y vuelve a mirar la fotografía
alguien apaga una colilla contra el cenicero
otra escena y los árboles se convierten en líneas de colores
vibran delante de ti, pasan
podría ser un coche llevándose la pesadilla al camping de los extranjeros
apareces después en tu habitación arrodillado
te recoges el vientre con las manos, toses
la prostituta se pone unos pendientes en la habitación de hotel y cierra la puerta
bajo la cama están las botas del chico
dice: no pensarías que esa máscara iba a salvarte
en otra habitación se ha inundado la bañera de flores
una manzana llega rodando hasta el cadáver de la prostituta
y suena una música sobre la esquina de la calle
cuando deja de llover
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están las hojas sobre la acera, la llovizna, las sirenas por toda la calle
puede que falten los cielos y que estés en otra casa
que lleves otra ropa
puede que la mujer que te despide en la cama sea otra
y que tú sigas ignorando adónde marchas
ves a la vieja que habla de tus ojos limpios, la rama que partes
al bajar la escalera
en otro lugar el chico de las botas apura su copa y vuelve a mirar la fotografía
alguien apaga una colilla contra el cenicero
otra escena y los árboles se convierten en líneas de colores
vibran delante de ti, pasan
podría ser un coche llevándose la pesadilla al camping de los extranjeros
apareces después en tu habitación arrodillado
te recoges el vientre con las manos, toses
la prostituta se pone unos pendientes en la habitación de hotel y cierra la puerta
bajo la cama están las botas del chico
dice: no pensarías que esa máscara iba a salvarte
en otra habitación se ha inundado la bañera de flores
una manzana llega rodando hasta el cadáver de la prostituta
y suena una música sobre la esquina de la calle
cuando deja de llover