cuentos de los días sumergibles


el sol que ahora baña las calles es un ventilador
miro a las personas entrando y saliendo y me pregunto por qué lo hacen
los jubilados, las señoras de bronce líquido que rodean el mercado
las vendedoras de las fruterías con las flores de sus delantales, algún camión
estudiantes con el pelo mojado a las doce del mediodía
todos esos carteles anunciando exposiciones y denuncias y encuentros exquisitos con la auténtica realidad del planeta
me llenan de aburrimiento
toda esta ciudad es para tí, Alejandría y las últimas gotas de la lluvia
pero no hay nada eléctrico en ello
sólo es un museo de pasatiempos
la sala de espera en el hospital de los náufragos húngaros
así que prefiero volver a casa, retorcerme sobre la cama, cocinar algo
aunque luego abra la nevera y encuentre una morgue
latas vacías, comida pudriéndose de olvido
pienso que estos días no quieren tocar casi nada
que llevo mucho tiempo sin llorar y que no estaría mal hacerlo
que no te quiero cerca y no contesto a la cartas
ni pienso en leer e intento hablar lo menos posible
es esta manta en blanco
los bares con toda esa mezcla de instintos desatados y de barreras
sé que tengo frío y sueño y que nada de esto es fatal
sencillamente prefiero otra cosa
un vaso haciendo equilibrios sobre la esquina

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