cuentos de los días sumergibles


Gog

Hace unos cuatro o cinco años estuve trabajando en los almacenes de una gran librería. Después me trasladaron a la tienda pero seguí prefiriendo el almacén. Allí tenía acceso a todos los rincones y podía hojear todos los libros que se me antojaban: novelas que desconocía, fragmentos de ensayos extraños, ilustraciones, biografías; un mundo tan encantador como peligroso que descubría sentado tras un montón de cajas de cartón apiladas en las plantas bajas.
Descubrí muchas cosas: que era inconstante y escurridizo, pero también di con libros que fui llevándome poco a poco a casa. Cada noche un nuevo tesoro cruzaba la puerta del misterio humano para ocupar mi habitación.
Este es el caso de Gog, escrito por el italiano Giovanni Papini, quien para Borges fue el único hombre equiparable al mito homérico de Proteo, historiador de la literatura y poeta, pragmático y romántico, ateo y teólogo, cambiando frecuentemente de parecer, una mente rápida y brillante como una alucinación.
El libro recorre con pequeños relatos las aventuras y los delitos de Gog, un tipo voraz y lacerante que después de pasarse media vida en el sedentarismo y la rutina, reúne una sólida fortuna que usará después para iniciarse en las más refinadas drogas de una cultura de putrefacción.
Siendo ignorante, aburrido, frívolo, desabrido e insidioso, rozando la cincuentena Gog decidirá entonces conocer el mundo entero sin que nada sea suficiente; va de un continente a otro perpetrando todas las fugas posibles, concurre cuerpos malditos y ejecuta sus locuras, se inicia en todas las artes y culturas y acude a satisfacer todos los deseos que se le ocurren, los más idiotas, miserables y fantásticos sueños, sin detenerse ante nada, de una manera salvaje y urgente.
Papini declara ya en el primer capítulo que no desea ser comparado con él, pues Gog es simplemente un símbolo de la civilización moderna y de su mayor enfermedad, la del hombre cosmopolita quien aquejado de una fatal sed, vivirá ávido de cambio y de la experimentación de tantas cosas que devendrá en su bestialidad mental y su ruina. Una enfermedad incurable y peculiar que ya en las primeras experiencias que pueden leerse en el libro, uno exigiría que se contemplase en todas las academias su patología, el síndrome de Gog.
Anteayer empecé a leerlo y ya me he encontrado con una exposición de la inutilidad de toda la literatura universal (si esto es el producto de más alta calidad del espíritu humano, vamos apañados, dice), la tradición del engaño y de la humillación entre los hombres y el encuentro con una sociedad secreta decidida a lograr la selección humana que la Naturaleza no puede contemplar con sus catástrofes generalizadas, a través de la supresión de los seres más superfluos.
Gog es de esos personajes que a uno le puede repugnar pero de quien gusta escuchar sus reflexiones.
Sólo con unas cuantas hojas ya puede afirmarse algo: Gog no va a ser tu amigo pero te caerá bien.

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