cuentos de los días sumergibles


Cinemática

la mujer salomónica no me pareció tan hermosa desde el principio
había en su mirada un celofán que lo rodeaba todo
quiero decir en la medida en que no se puede estar seguro de nada
las almendras de Persia podían ser también espejismos de un color pardo
simplemente no me dejé entusiasmar demasiado
entonces nos hicimos amigos
conversaciones infinitas cruzando las líneas del día
silencio, música detrás de cortinas, desayunos
nos enamoramos sin darnos demasiada cuenta de ello
al menos yo no le dí importancia hasta ver su cuerpo desnudo por la mañana
y estaba bien y pensé que ella parecía estar realmente bien
y que aquello iba en marcha casi sin quererlo
así que después del desayundo vinieron todas las demás comidas del día
y actos inéditos, preciosos, volcánicos, que nos igualaban al mismísimo paraíso
instantes que vulgarmente llamaremos fotografías
sin embargo la velocidad supone el mismo riesgo sobre todos los terrenos
el equilibrio se descompone al primer paso en falso
evidencias cayendo como fichas de dominó sobre un tablero improvisado
cuanto más cristalina era la fotografía más persistente era el mal sabor
que se nos quedaba en la memoria
precipicios, sábanas de plástico negro, cajas cerradas herméticamente
voces que parecen girar en el interior de una lata
era la experiencia del fracaso de la poesía
aquel invierno en la ciudad de los olivos

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