cuentos de los días sumergibles


Con un poco de suerte

Me gusta notar el aire sobre mis orejas, así que necesitaba un corte de pelo y fui al barbero. Cuando llegué el tipo estaba con un libro. Me senté delante del espejo y él probó unas tijeras con torpeza detrás de mi cabeza, pensando todavía en sus cosas. Temí por mis orejas y pensé que o le sacaba de su libro o bien sacaba yo mi culo de allí, pero no iba a dejarle soñar y empuñar las cuchillas a la vez, no es una buena combinación. Antes de que se abriera a cortar le pregunté qué leía y entonces me contó algo de un egiptólogo y de los símbolos, y hablamos de Nubia y de los sirios, y el tipo cortaba y no lo hizo mal. Después no quiso cobrarme, y ahora me fumo los diez euros a la salud de los faraones. Me da el sol en los ojos y bebo una cerveza muy fría. Afuera hay pájaros y aviones y perros con rabia, pero aquí sólo hay música. Está bien esta calma y tener quien te espera para cenar. Creo que incluso dormiré un poco.

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