cuentos de los días sumergibles


Sueños

Zhong Biao


Dormir dormir dormir quiero dormir quiero. Dejad de lanzarme piedras, joder, acabaré enfadándome. Puedo ser muy desagradable. A nadie le importará maldeciros pero a mí no me importará arrancaros la boca con un abrecartas. Además estaréis de suerte porque nunca se me ha dado mal coser heridas. Con un poco más de tiempo podría haceros una cenefa maya por toda la boca, pero no lo tenemos. Así que enmudeceos un rato si podéis, cotorras, porque vamos a respetar el silencio de los muertos que no pudieron seguirnos.


Tim Petersen


Han doblado las campanas esta noche por otro muerto. Estuve sentado todo el tiempo en el terrado y bebí despidiendo al otro muerto. Que viva en paz el otro muerto. Adiós al otro muerto. Piérdete. Muera la tierra en la que te han enterrado. Callaos y escuchad su réquiem o juro que me lío a hachazos. El otro muerto estuvo agonizando y riéndose de sí mismo. Esto no vais a verlo todos los días. Imbécil, le dijeron, no haberte mezclado con ninfas y tenias. Ahora olvídate de la luz. Olvídate de la jodienda. Olvídate de comer guisantes. Ya eres pasto de los gusanos. Bailarás, comerás y te revolcarás con ellos. Los muertos con los muertos. Has dejado de ser otro.

Y él se levantó y dijo:

Eso quisierais, cuervos. Pero vais a morir conmigo, seréis mi comida, y cuando os desentierren encontrarán mis dedos alrededor de vuestro cuello.

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