cuentos de los días sumergibles


La fogarata

Al final del día tengo las piernas hinchadas
y la carótida inflada de veneno.
Quiero salir de aquí, me digo,
pero una voz vibrante y antigua
ya me ha clavado los pies contra una tarima
y ha prendido fuego.
De nada sirve insultar al cielo;
las llamas me envuelven
y aquí no hay indultos ni grandes expresiones
de dolor.
Me arranco las costillas y las arrojo al suelo
ahora mis tripas respiran el aire negro
pero no hay cuervos
que acaben el trabajo.

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