cuentos de los días sumergibles


Avatares

Chema Madoz


Me he despertado a las ocho de la tarde. Ha sido un alivio. Me fumo otro porro, abro la ventana y decido lanzar abajo las realidades. Se aplastan unas a otras. El hormiguero ha quedado tapiado con cadáveres.

No voy a afeitarme, decido. Me pondré los pantalones más viejos y saldré hacia el coche. El concierto es a las once. Sin embargo no estoy seguro de que me apetezca un concierto de punk, sacar los codos hacia afuera, el olor a sudor, los gritos. De hecho hay muy pocas cosas que me apetezcan. Están los caminos de tierra, el sexo, hacer fotos, escribir. Lo demás no entra en mis planes. Tal vez me deje el aire, respirar, eso me gusta aunque aquí no pueda hacerlo. Estoy harto de tener escamas.

He dejado de saber muchas otras cosas, pero también he aprendido a vivir sin la necesidad de saberlas. Adecuarse al medio es la mejor virtud de un animal.

Prefiero el infierno a estar colgando del cielo por un hilo.

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