cuentos de los días sumergibles


No, gracias. Muy amable pero no. Prefiero no saber nada. Lo contrario sería una contribución a deshacer (otra vez) el trabajo y, aunque no lo creas, estoy realmente bien. No estás en el sabor de mi sangre y eso es bueno, pero aún camino como si llevara un huésped. Piénsalo, el amor es un microorganismo propagándose sin detención, un protozoario, no siempre nocivo, pero es algo primitivo de todos modos. Así que mejor no. Estás linda vestida de sombra y yo no soy tu amigo, no me jodas, eso debe de haberte quedado claro. No me cuentes tus correrías, por ahora no me interesan. No te lo tomes mal, estoy haciendo de carnicero, te estoy extirpando. Hago muchas cosas, sigo quedándome borracho y abstraído pero debo decir en mi favor que me muevo bastante bien, pruebo otros cuerpos, entro a los santuarios y toco otros tesoros, y lo que es más difícil, me dejo tocar los míos, pero no sucede nada que no sea breve y precario, siempre acabas volviendo como una estación. Así que estoy ocupado, no tienes sitio en mi confabulario. Lo siento. Gracias por haber volado con nuestras aerolíneas.

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