cuentos de los días sumergibles


Sucede

Los polos se deshacen, la historia se repite, los relojes se paran, todas las cosas se rompen, el dinero se agota, los ojos se secan, los sueños se pervierten, el acero se oxida, los cielos se encierran, los pulmones se encharcan, las butacas se ocupan, la sangre se coagula, los pies se retienen y las manos se disparan, los reflejos se enojan pero los cuerpos se buscan, las ventanas se abren y el suelo me aclama. Sé que es sólo un salto y una grieta en la tierra donde clavar la cabeza, como el útero del planeta, lanzarse contra la acera como a la matriz de la vida, la única forma insalvable de paralizar a la momia, la manera de cortar estas visiones, de expulsar estas imágenes, de echar para siempre a las libélulas, la única forma para detener a este gólem que se llena de júbilo cuando abro el cajón de los cuchillos, la única estrategia para dejar de admirar los puentes de las autopistas, para callar a los muertos que vienen de noche, la única manera para dejar de seducirme por la heroína, el único método posible para no correr hacia los bajos de los autos en marcha, la única forma posible de detener las palabras, de cerrar las espirales, de acabar con la agonía, saltar y no volver a frecuentar los reinos de las orugas, saltar y dejar de escuchar los engranajes donde los fantasmas caen triturados y gimen y reclaman ayuda, saltar y detenerlo al fin, y silencio, sólo quiero silencio, quiero que se vayan, que me dejen en paz, quiero que esto se acabe.

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