cuentos de los días sumergibles


El engreído



Tengo un cuerpo pretencioso
que nunca hace lo que pido.
Si creo que una postura está bien
él la cambia hasta revolverlo todo.

Cuando me empeño en descansar
él se convulsiona hasta que las sacudidas
-fruto de un corazón perverso
me devoran.

Si pido reír se desploma.
Si me apetece caer desolado
se incendia.
Baila cuando quiere.

Busca la hora en la muñeca
aunque nunca halla nada ahí.
Se palpa la entrepierna
cuando yo preferiría ser más prudente.

Mira hacia dónde quiere.
Toca todo por donde pasamos.

Tal vez debiera rajarle
para que advirtiera de una vez
sus descuidos.

[ ]

XML