cuentos de los días sumergibles


Tu dios sufre de ictericia

sentado en un bar del Raval
entre putas, universitarios,
yonkis y vendedores de calzado
apuro una cerveza



me gusta tanto la gente
como un paisaje cualquiera
tanto pasan los coches al fondo
de la calle
perdiendo su ruido entre los
edificios salpicados
como pueden pasar los gansos
detrás de las montañas frías
de Mongolia
cualquier cosa será insustituible
lo que tú quieras y lo que detestes
no te atañe
si no sabes soportar cosas como la soledad
las bestias
el hambre
las pruebas y las trampas
de los días
tu única decisión pasa por vivir
o por pudrirte
es todo cuanto tienes
el tiempo no corre en favor
de nadie

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