Gran Vía, 143
28 marzo 2007
Las probabilidades que pueden llevar a alguien a ejercer un oficio u otro son escasas si consideramos la pluripotencialidad de todo ser humano; si bien, fundamentos inherentes a nuestra naturaleza como el miedo, la fealdad, la abstracción o la entereza, sirven como inclinaciones para tomar un camino u otro, sin contar, no obstante, con la sabia y poderosa vibración de la Vida que marca la senda de cada individuo al margen de su autonomía. Estamos regidos por nuestros propios actos en una cadena forjada como reacción a un sistema universal de causas y consecuencias.
Somos libres, por supuesto, aunque regulados por un mecanismo de una eficacia descomunal que no emplea la justicia como magnitud, sino el equilibrio.
Es la Naturaleza misma, así que pórtense bien, amigos, pues todo tiene su premio y su pena.
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Somos libres, por supuesto, aunque regulados por un mecanismo de una eficacia descomunal que no emplea la justicia como magnitud, sino el equilibrio.
Es la Naturaleza misma, así que pórtense bien, amigos, pues todo tiene su premio y su pena.
Salud, amigos, vuelvo a la escritura abreviada de mis ocupaciones aunque de una forma un tanto accidental. Si no lo había hecho hasta entonces era por carecer de medios, por no disponer de un ordenador o de una red con la que continuar relatando las desacertadas desventuras e inventos varios de esta mente entrometida que cobijo.
El estado de las cosas ha cambiado y ahora tengo la oportunidad -ocasional, también- de imprimir estas notas.
Llevo aproximadamente cinco meses sin trabajar, lo cual es todo un logro, sin embargo, mi economía se inclina gradualmente hacia los abismos de la indigencia. Con un subsidio autonómico realmente precario -vivo de una pobre beneficiencia-, no tengo más ingresos que las colaboraciones desinteresadas de amigos y parientes y algunas muy puntuales actuaciones de ganancias más espirituales que monetarias, sin contar con el reciclaje de comida en las basuras de fruterías y supermercados que si bien me salva de bastantes apuros.
Dada esta delicada situación cuyas dificultades todavía no resultan demasiado arduas he decidido elegir un oficio mundano de hermosa gratificación como es la enseñanza y buscar trabajo. Una institución del servicio provincial de empleo otorga a los parados (vistos como lucrativas cucarachas) el crédito de dos horas al día para disponer de una computadora en sus instalaciones e incluso imprimir documentos, así que aquí me encuentro, amigos, en este centro de operaciones totalmente gratuito, en el que puedo ir escribiendo estas anotaciones fugitivas de las que me reiré algún día.
Le quiero, lectora o lector, sea usted quien quiera que sea.
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El estado de las cosas ha cambiado y ahora tengo la oportunidad -ocasional, también- de imprimir estas notas.
Llevo aproximadamente cinco meses sin trabajar, lo cual es todo un logro, sin embargo, mi economía se inclina gradualmente hacia los abismos de la indigencia. Con un subsidio autonómico realmente precario -vivo de una pobre beneficiencia-, no tengo más ingresos que las colaboraciones desinteresadas de amigos y parientes y algunas muy puntuales actuaciones de ganancias más espirituales que monetarias, sin contar con el reciclaje de comida en las basuras de fruterías y supermercados que si bien me salva de bastantes apuros.
Dada esta delicada situación cuyas dificultades todavía no resultan demasiado arduas he decidido elegir un oficio mundano de hermosa gratificación como es la enseñanza y buscar trabajo. Una institución del servicio provincial de empleo otorga a los parados (vistos como lucrativas cucarachas) el crédito de dos horas al día para disponer de una computadora en sus instalaciones e incluso imprimir documentos, así que aquí me encuentro, amigos, en este centro de operaciones totalmente gratuito, en el que puedo ir escribiendo estas anotaciones fugitivas de las que me reiré algún día.
Le quiero, lectora o lector, sea usted quien quiera que sea.
Changes
27 marzo 2007
Una hélice laqueada, callada aunque insistente, comienza de nuevo a bailar. ¿Y si la Vida exige otro cambio? Con esta melodiosa serenidad se lo daré; por qué hacerla esperar. Amo la Vida, canto a cada átomo y a la áspera ráfaga del viento, a cada sensación y a la apariencia, al adoquín del suelo y al animal que viene, al silencio y a la terrible impresión de la locura. No le tengo miedo a nada.
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