cuentos de los días sumergibles


Un agujero excéntrico (frag)

Sé que no soy perfecto
pero soy único, niña
geometría animal
la religión del bajovientre volverá
como en los tiempos de los romanos
en que las manos obraban
milagros con libertad.


Chucho

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Descriptiva del preso

Está mirando al suelo. No sabe si está sólo en ese lugar o ha logrado que todos desaparezcan. Sobre la tierra piedras y cáscaras de frutos secos, tapones de botellas de cerveza, colillas; detritos de ciudad. No alcanza a ver nada más que esté vivo.
El cielo azul es rotundo, explícito, no hay nada más que claridad, fulge. Así no le interesa y lo deja encima como una celosía. Es el hogar de un difunto. Se siente insensible al movimiento de la tierra, piensa. Nada le importa lo suficiente como para hacer algo. No le incumbe.
Descansa con los codos sobre las rodillas y observa de nuevo el suelo. Mantiene la cabeza agachada lejos de la luz. Se está protegiendo: remanga la camiseta y se tiene encogido sobre el banco de madera. Está contenido. Es un preso. Lleva el porro a la boca y da otra bocanada. El humo sube por su derecha y se olvida.
Por su mente pasan los nombres de países y mujeres que alguna vez le poseyeron como sombras. Fantasmas, piensa. Negativos de una sola fotografía. El recluso se resigna. Estira los brazos y descubre su palidez. Fija la vista en sus botas.
Algo tibio resbala por sus dedos, gotea hasta el suelo. Es suave. La sangre es suave y desfila templada por sus brazos, se escurre en un cauce adherido a la piel, baja hasta las palmas de sus manos y alcanza el suelo precipitándose por las yemas de sus dedos, se le inundan las uñas, la sangre hace en el suelo una figura incomprensible. Le resulta agradable y cierra los ojos. Si cree que es la muerte, sonríe.

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algunas palabras de Gombrovicz

¿Escritores? Nos ahorraríamos muchas desilusiones no llamando "escritor" a cualquiera que sabe "escribir".
(...) por lo general, personas de inteligencia poco profunda y horizontes bastante estrechos (...)
El espíritu nace de la imitación del espíritu, y el escritor tiene que imitar al escritor, para al final convertirse en escritor él mismo.
(...) De haber estado yo sometido a las mismas presiones que ellos, no habría fracasado igualmente, es más, lo considero muy probable, pero al menos no me habría puesto en ridículo como ellos, ya que fui más sincero conmigo mismo y los valores absolutos no me brotaban de la garganta con tanta abundancia.
[Siento] displicencia y menosprecio hacia ellos, unido a una amarga impotencia.
[Hay] desesperación y lamento por la degradación de la dignidad humana y la violenta crisis de la civilización, pero (...) hasta qué punto el placer y el juego acechan detrás de esta fachada actual, dispuestos en cualquier momento a elevar al hombre por encima de sus derrotas.

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Combate en el Mar Negro

la miel silvestre en los ojos de un animal salvaje
ella, la pantera, tiene la nariz afilada
la lengua entrenada
los labios elegantes, diestros
muerde cuando besa
ella es una trampa complaciente
me saca dos cabezas
la anfisbena que cuando ríe
suena como una bala
demasiada mujer para el enano
pretencioso y subversivo
que soy yo –decían
y yo que me lanzo a su pecho y escarbo
la pantera me agarra el trasero con sus uñas
me sujeta las piernas
me empuja hacia adentro
y gime
grita como una doncella rumana sorbida
por el monstruo
me ofrece su nuca
y yo que pellizco los Cárpatos
la giro como un torno
levanto esa mata de pelo oscuro
que cierro en el puño
adoro su cuello tatuado
y adelanto mi tristeza, espoleo la ruindad
el amor, el éxtasis
en esa cama sólo existe la generosidad
y nos vaciamos
incluso reímos
me toma de la mano, ya dócil
balbuce algo que no entiendo
y me roza, muerde, me manosea
busca otra vez mi sexo
se enfada cuando juego con su boca
y la pantera salta sobre mí
retoza
se recoge el pelo
respira intensa
y exhala un quejido último
un rayo
por la ventana entra la luz
de los letreros luminosos
y dormimos en un lugar tranquilo.

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