cuentos de los días sumergibles


Secuestros

Casi siempre me he estado encontrando las caras de algunos muertos eminentes caminando entre los vivos. En una ocasión vi en el metro a Kafka y en otra a Henry Miller. Me tomé una cerveza junto a Torrente Ballester en un bar pequeño y pegajoso. Pisé a Óscar Wilde en unas escaleras y trabajé en una compañía con un Charles Bukowski tartamudo. Remedios Varo me recogió una vez unos formularios y en una sala de espera me encontré con Charlie Rivel. Ahora sumo a mis hallazgos a Lou Reed, con quien me estuve tomando unas cañas el viernes. Incluso el tipo hablaba como él.
Cada día en alguna parte se le roba el rostro a alguien.

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