cuentos de los días sumergibles


entradas y salidas

Hoy no he hecho nada. No he querido hablar, no he querido escuchar, me he tapiado porque necesito algo de descanso.
Estoy harto del vacío, cansado de echarle parches a cosas que por sí solas se desinflan, asqueado de responder a tantas preguntas.
Estoy cansado de la inútil maquina de coser del pensamiento, esperando que en algún momento paren los vuelcos, ansioso por controlar la máquina viciosa y siniestra que entrecruza realidades, la máquina confusa, impaciente, templada y pervertida.
Estoy llevando una mala resaca.
Estoy reventado de cargar con dos naturalezas, de cruzar estadios con ellas a cuestas, de pelear por una especie de inteligencia cuando sé que nada tiene demasiado sentido. He perdido la capacidad de encontrar un orden.
Si de algo estoy harto es de todos estos desahucios.
Puedo convertirme en corcho y flotar. Puedo convertirme en un astuto pájaro pescador y planear sobre las cabezas de todos con el pico listo para la acción. Puedo convertirme en una bola de plomo sobre mi panza y pesar hasta la asfixia. Puedo matarme y resucitarme. Puedo andar goteando. Puedo brotar de las cenizas. Y puedo decepcionar con mucha facilidad. Pero no puedo elegir entre la bestia y el hombre. No tengo muchas opciones con eso. Soy un jodido hombre lobo y no puedo cambiarlo. Es un pack, una simbiosis, un duelo.
Estoy demasiado cansado para jugar a domarlos, al hombre con su látigo y su buena educación y al lobo con sus uñadas y su energía.
Hoy la bola de pelos y el ingenuo picador están de vacaciones. No quiero escuchar nada más.
He salido a la calle a pasear y no he abierto la boca. Me he dedicado a los olores. Primero olía a alcohol, después a canela, goma chamuscada, mandarina, tabaco, putrefacción, jazmín, pan caliente, sudor, gasolina, marihuana, detergente, frankfurt, cerezas, mierda de perro, lejía, bollería, semen, geranios, loción antipiojos, pintura, metal fundido, humedad. En una sola calle hay montones de olores así.
Cuando se hace la noche todo se simplifica más.
Tal vez mañana ya no me pesen tanto los huesos. No lo sé. Es difícil saber quién de los dos me atacará primero.

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