cuentos de los días sumergibles


19:15

el cielo tiene el color de la ceniza
como las vías de las estaciones de tren
sonidos como cargas de culpa
melocotones que aparecen macerados
tras el paso del expreso sí y se llena el aire
de algo que parece cansancio como un fracaso
natural expuesto al público atajo de gatos
magullados salpicados de infantil mezquindad
hijos de competidores deslenguados
si no es ceniza dime por qué los pájaros
dime por qué se llevan los restos del fuego que hizo
el último morador de este cuerpo sentado
que ahora escribe lo que yo no pienso dime
a qué esperas para llevártelo con los cisnes y
los cerdos dime si quiero dormir solo
soñar con una sola pieza de carbón
que al abrir los ojos ya no quede nada
siquiera el cielo que por cierto
se ha quedado negro

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Maternidad

El mismo color negro del cielo
tal vez más negro recóndito vidrioso
abre escena
Sobre una pequeña montaña de trapos sucios hay un recién nacido
que gimotea
El narrador dice:
-te he cogido chico
ahora andarás metido en la falda de la Pobreza
tumbado en su mueca más ridícula como un rincón equivocado en el que te ocultarás el útero inverso con el que todos los hombres sueñan
Un día correrás debajo del escritorio robusto de un pediatra
algún tipo al que le sude la calva y deje el cuello de su bata como un mantel de cocina
Serás un niño tapándose los ojos para que no le descubran
escondido tras una mesa salomónica
Entonces te llevarán a rastras hasta el despacho del testaferro enjuto cuyos ojos parecerán el pozo enlodado de una familia de carniceros
Él te dirá:
-tus padres han muerto hijo lo siento
toma tu herencia: zapatos una libreta pastillas
Una nota manuscrita te dirá:
-ahora pásalo bien en la Ciudad Hundida
Postdata: no nos importa tu falta de respeto
sabíamos desde el principio que estabas muerto mucho antes que nosotros
Ahora sal y ve al Hogar de los Tontos
-dice el hombre
Allí tendrás agua caliente y una cama
El Estado te bautiza con el nombre de Onai Grosso

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