un rechazo, dos rechazos, tres rechazos, cuatro rechazos, cinco rechazos, seis rechazos, siete rechazos, ocho rechazos, nueve rechazos, y el muy idiota aún no quiere bajarse del unicornio.
unos dirán que posee una conciencia férrea, que sabe de la ruina pero no le importa, con un par de pelotas acepta su sino y se levanta, se monta y otra vez come la tierra, como si bastara el intento ––la resistencia–– por encima de todo, y tal vez lo llamen integridad.
otros dirán que es un soñador y como todos, sean héroes, poetas o bufones, acabará bajo tierra, porque seguir insistiendo en un sueño inasequible es signo de una inteligencia mediocre, por muy enorme y superior que sea su imaginación.
sin embargo nadie sabe por qué no quiere dejar al jodido unicornio.
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unos dirán que posee una conciencia férrea, que sabe de la ruina pero no le importa, con un par de pelotas acepta su sino y se levanta, se monta y otra vez come la tierra, como si bastara el intento ––la resistencia–– por encima de todo, y tal vez lo llamen integridad.
otros dirán que es un soñador y como todos, sean héroes, poetas o bufones, acabará bajo tierra, porque seguir insistiendo en un sueño inasequible es signo de una inteligencia mediocre, por muy enorme y superior que sea su imaginación.
sin embargo nadie sabe por qué no quiere dejar al jodido unicornio.